miércoles, 21 de marzo de 2012

Te comiste el personaje



por Juani Acuña Kunz para La Sureda


Tengo uso de razón más o menos  desde los tres años, muchos recuerdos de una hermosa infancia y la imagen de muchas personas que me acompañaron hasta hoy en buenos y malos momentos.
Pero hay una persona en particular con la cual me unía, hasta hace unos meses, un afecto especial. Ese amigo de tu viejo al que le decís “tío”, al que queres como un segundo padre.

Para darse una idea de la dimensión de la amistad que unía a mi familia con esta persona tengo la necesidad de contar que estuve dos veces al borde de la muerte, las dos en altamar, en una rezamos juntos arriba de la embarcación y un capitán valiente de un barco petrolero nos salvo tirándonos una escalera gato. En la otra nos quedamos sin motor en el medio de la nada en la costa chubutense y salimos con un motor 5Hp a una caleta bravísima a escasos metros del cabo dos bahías.  ¿Qué tiene que ver esto? Luchamos mutuamente por salvarnos, o se salvaban todos o no se salvaba nadie, no hubo egoísmo alguno, hubo solidaridad mutua, afecto y una unión que esperanzaba en todo momento. Esa unión que uno piensa que jamás puede romperse.
Hoy digo que nos “Unía” y lamentablemente tengo que hablar en pretérito imperfecto, no por decisión personal sino por los vericuetos más tristes de la política. Porque lo único que diferenciaba a mi padre de ese gran amigo era la casaca política.
Y un día por esas casualidades de la vida esos dos hombres llegaron con sus banderas a obtener una banca en el concejo deliberante del pueblo. Una banca, algo que es  tan importante para el conjunto de una sociedad como irrelevante para  un lazo de amistad.
Un llamado telefónico con una discusión política de por medio (como tantas en tantos años de amistad) arrancarían de cuajo esa amistad.
El peronista quería la presidencia del concejo, el radical como tal se rehusaba a votarlo porque consideraba que tenía que hacer oposición al gobierno de turno. El peronista (que además había sido uno de los menos votados) pensó que haciendo uso de la amistad podía convencerlo, el radical (que había sido el más votado) insistió en no votarlo y en no romper la amistad. El peronista le dijo tantas barbaridades (vos no sos nadie, nunca fuiste nada, te pensás que por ser medico sos superior, sos un perdedor, tu partido es un fracaso y un largo etcétera) que el radical se enojo y finalmente no lo voto.
¿Puede esto romper una amistad tan fuerte? Seguramente no. Pero con el correr de los tiempos políticos volvieron las chicanas baratas y de muy mala leche. Porque ese ya ex amigo denuncio el cobro de la pensión de mi madre muerta buscando réditos políticos cuando no es incompatible cobrar un sueldo por trabajar y una pensión por una esposa fallecida. Denuncio que mi padre continua su jornada laboral como medico (algo que mi padre había anticipado en la campaña) sabiendo que cuando este volvió a la medicina lo hizo con una mano atrás y otra adelante y tuvo que invertir en un aparato de ecografía costoso que no se lo va a pagar ni él, ni su partido, ni nadie más que mi padre y su profesión. Denuncio también “plagio” por haber investigado y usado como legislación comparada información sacada de internet y finalmente y la gota que rebalsa el vaso, lo denuncio ante la justicia por “violencia física” cuando no recibió más que una puteada por haber mandado a un inspector de transito a multar a un colaborador de mi padre (y también ex compañero de pesca de él) que se estacionaba en el estacionamiento oficial.
No me queda más que pensar que este hombre se comió el personaje, se puso el disfraz del concejal con privilegios, el poquito de poder que le dieron sus mil votos lo coloca en una situación de omnipotencia tal, que fue capaz de perder los códigos que yo, que alguna vez lo quise, pensé que tenía
No se realmente que pasa por su cabeza y la verdad que a esta altura no me interesa saberlo. Llega un momento en el que puedo pensar lo nefasta que es la política, pero después recapacito y me digo que a la política la hacen los hombres y los que hacen de la política una cosa nefasta son los hombres nefastos. Pero me vuelvo a repreguntar ¿no será la política la que vuelve nefastos a los hombres?. No lo se.
Lao-Tsé decia que "Si das pescado a un hombre hambriento, le nutres una jornada. Si le enseñas a pescar, le nutrirás toda la vida" Lo que Lao-Tsé no previo fue que hay hombres que le muerden la mano a quienes le dan de comer.
 Epicteto de Frigia sostenía que “El infortunio pone a prueba a los amigos y descubre a los enemigos”. Lo paradójico es que vivimos muchos infortunios juntos donde la amistad se puso a prueba, pero parece que el infortunio real fue un mísero cargo de concejal, alejado evidentemente de toda honorabilidad.
El tiempo dirá, las urnas del futuro juzgaran, mientras tanto sigo pensando: M.A Te comiste el personaje.

Juani Acuña Kunz.

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